5 de junio de 2007

Cuentas

Cada día pasaba por aquel lugar, una zona bastante tranquila, monótona. Siempre el mismo ladrido del perro de Jhon, el transporte escolar que esperaba a los hijos de Pedro, que como todos los lunes se tardaban más en salir de la cama.

Situaciones y sonidos que se repetían, Julia Conocía sus tiempos, así no necesitaba ver la calle para saber que la furgoneta de Eduardo se aproximaba, como de costumbre quince pasos después que los hijos de Pedro se despidieran. Contaba sus pasos en honor a aquel no vidente que un día erró sus cifras y fue atropellado y muerto a 35 pasos de la casa de Jhon.

“Escucho, Miro y Cuento” era lo último que contaba Julia antes salir de su casa rumbo a su trabajo, 90 rigurosos pasos después marcaba la tarjeta de ingreso, se tomaba su larga cabellera, la cubría con una malla se miraba al espejo cinco minutos, debía asegurara que todo estuviera en su lugar. Después se lavaba sus manos, se ponía sus guantes, usaba dos pares, cuando su ceremonia de preparación acababa justo dos segundos después de verificar que sus zapatillas estuvieran bien atadas escuchaba el grito de su capataz.

“¡¡ Guzmán!! ¡¡ Julia Guzmán!!” contaba 7 pasos y murmuraba un lo siento, quince segundos después….un comienzo angustioso. Su respiración era irregular pero controlada, se tomó 65 segundos de terror para asimilarlo. “Malditos Gringos, ahora uvas en cajas más pequeñas”.