18 de noviembre de 2007

Identidad

Llevaba varios días Observando a aquel sujeto y sus mil y una facetas. Desde el mesón de Informaciones, su puesto fijo de trabajo, podía ver una reducida parte de la Avenida Central, pero conocía a todos sus habitantes y adeptos además de reconocer a visitantes primerizos que por alguna razón se animaban a traspasar la muralla de vidrio, atravesar el amplio hall y consultar por cualquier cosa ajena al edificio que ella custodiaba.

Pero ese hombre era extraño, se comportaba diferente. La primera vez que lo observo parecía un hombre que vagaba de aquí para allá sin destino, un vagabundo más y así se comportó por un par de días. Al tercer día, tropezó con una mujer de extraño caminar y manos recogidas, se excusó rápidamente y siguió su camino. Horas más tarde el hombre caminaba por la acera del frente, con un avanzar extraño y de manos recogidas. Pensando que le comentaba a su acompañante sobre la extraña mujer a la que casi derribó, Carmen, la recepcionista, le causo gracia: “un buen imitador” pensó.

Sin embargo, al día siguiente el extraño hombre continuaba con la imitación, la recepcionista lo observó fijamente por algunos segundos, él en ningún momento se volteó para mirar a través de la muralla de vidrio, pero hizo un movimiento brusco deteniéndose en seco, erguido, dejando ver lo alto que era y permaneció así, erguido e inmóvil, hasta que un visitante entró al hall y carmen tuvo que volver al trabajo.

Este visitante era un niño, cargaba una gran mochila que lo hacia encorvarse, consultó por una dirección y salió corriendo apenas entendió como llegar. Al salir golpeó al hombre con su pesada mochila. Con el golpe el hombre salió de su letargo y se perdió entre el gentío. Cuando acababa el día nuevamente pasó frente al edificio y esta vez caminaba algo encorvado, como cargando un bulto invisible. La recepcionista no tuvo reparo en atravesar el hall y pararse en la vereda para observar con detalles como el hombre se alejaba, pero al llegar a la esquina este se detuvo bruscamente se irguió, un joven no vidente choco con él inmóvil personaje. Cuando el joven se había perdido entre la multitud, el hombre comenzó a moverse como quien lleva un bastón invisible indicando el camino.

Duro tres meses en ese empleo, se aburrió se ver siempre las mismas personas reflejadas en aquel sujeto. Su último día, luego de despedirse de todo el mundo, camino al metro pensó: Y cuando choque con la muerte, ¿La podrá imitar?

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5 de junio de 2007

Cuentas

Cada día pasaba por aquel lugar, una zona bastante tranquila, monótona. Siempre el mismo ladrido del perro de Jhon, el transporte escolar que esperaba a los hijos de Pedro, que como todos los lunes se tardaban más en salir de la cama.

Situaciones y sonidos que se repetían, Julia Conocía sus tiempos, así no necesitaba ver la calle para saber que la furgoneta de Eduardo se aproximaba, como de costumbre quince pasos después que los hijos de Pedro se despidieran. Contaba sus pasos en honor a aquel no vidente que un día erró sus cifras y fue atropellado y muerto a 35 pasos de la casa de Jhon.

“Escucho, Miro y Cuento” era lo último que contaba Julia antes salir de su casa rumbo a su trabajo, 90 rigurosos pasos después marcaba la tarjeta de ingreso, se tomaba su larga cabellera, la cubría con una malla se miraba al espejo cinco minutos, debía asegurara que todo estuviera en su lugar. Después se lavaba sus manos, se ponía sus guantes, usaba dos pares, cuando su ceremonia de preparación acababa justo dos segundos después de verificar que sus zapatillas estuvieran bien atadas escuchaba el grito de su capataz.

“¡¡ Guzmán!! ¡¡ Julia Guzmán!!” contaba 7 pasos y murmuraba un lo siento, quince segundos después….un comienzo angustioso. Su respiración era irregular pero controlada, se tomó 65 segundos de terror para asimilarlo. “Malditos Gringos, ahora uvas en cajas más pequeñas”.

29 de mayo de 2007



La vez que fui ayudada por quimicos solo sirvieron para evadirme por un tiempo, pero no solucionaron nada..... dicen que a algunas personas si les sirven ....habra que creer. Un micro más , un sobreviviente.



...

Sus parpados pesaban como nunca, al primer intento sus ojos solo vislumbraron sombras. Juntó fuerzas y logró abrirlos por unos instantes, apenas distinguió una blanca figura en movimiento. Intento mover sus manos, sentir con sus dedos pero requería una tonelada de fuerza que no poseía.

Insistió con sentidos pasivos; la suavidad que podía sentir en parte del cuerpo le sugería unas limpias sábanas blancas, su olfato no le decía nada. Aunque eran pasivos hacia grandes esfuerzos por procesar la información que llegaba a su cerebro.

-¡¡¡Que esta pasando!!!- se repetía con toda calma, algo le impedía desesperar, la lentitud con que razonaba le cansaba aún más.

Pero fue su oído quien le dio lentamente las pistas que necesitaba supo que la figura blanca era una joven mujer, que sus pisadas eran tan suaves y precisas como su voz, también escucho un sonido… costaba reconocerlo, era un ruido que dejaba de sonar siguiendo un ritmo casi perfecto, se confundía con los susurros de otras blancas figuras.

Pronto toda la calma y quietud que sentía se esfumó, el ritmo de aquel sonido era frenético y no respondía a ningún patrón, los susurros eran firmes ordenes y procedimientos, por unos segundos fue conciente y allí entre sábanas blancas la culpa lo fulminó, los recuerdos como latigazos mostraban a sus amigos , las luces , los autos, las cervezas….

El ruido ya no tenía ritmo, era un continuo.




26 de mayo de 2007

Un pequeño relato que nacio en un oculto salón. Cuando se utilizan cliches siempre ocurra algo malo.....


Maldita Frase

Ya se había argumentado dicho todo pero no bastaba era el mismo idioma el mismo tiempo… ¿Qué faltaba? … ¿Qué?

Comenzaba otra vez, más sonidos más palabras todo se confundía y complicaba.

-Lo siento No eres tú, soy yo…

No pude continuar hablando, todo se congelo en ese momento. Su expresión se fue, abandono su rostro; me miraba, pero no comprendía mi imagen. ¿Donde había ido? ¿Que ocurría?

El silencioso estruendo de la ciudad me distrajo…tal vez fue la urbe, la calle estaba más concurrida, en la esquina un chico y sus malabares, el apesadumbrado caminar de un anciano hacia la iglesia, las palomas peleando por aquel pedazo de pan Y nosotros en medio de la plaza, rodeados de risas y gritos infantiles.

Entre esos ruidos escuche lo que había dicho y entendí su silencio. Por que q todo se congelo y porque mi cerebro dejo de funcionar por unos segundos. Una desilusionada lagrima me confirmo mi sospecha .Aquella maldita frase no pudo caer en peor momento.

África

Jueves ,28 de Abril 2005